La insoportable levedad del weblog

Sigmar Polke - Der teufel von Berlin.
(Publicado originalmente el 16 de enero de 2004 en el desaparecido Diario del Contradictor.)
Acuso recibo de dos enlaces que, con la amabilidad que le caracteriza, me remite desde su rincón digital el artista vasco Cayetano Lupeña. En pleno proceso de aprendizaje, estos dos interesantes textos me sirven para ampliar conceptos, revisar la correlación de fuerzas en el encaje de bolillos de la realidad virtual, y, principalmente, comprobar una vez más lo que puede dar de sí la denostada interactividad de caracteres.
El primer texto, un bello relato de Michael Ende, nos ilustra con suma sencillez sobre los peligros de la adherencia gratuita por parte de todos a redes reticulares y accesibles, y de los evidentes riesgos que conlleva, una vez asumida esta práctica, desatender las lógicas obligaciones derivadas de la desobediencia. Para comprobar que la red se satura con elementos parasitarios y prescindibles no hay más que visitar este contradictorio diario, y adivinar, con la lectura desinhibida de un investigador primario, la falta de perspectiva de su principal protagonista; que la red se llena con cualquier elemento de aparente utilidad no debería sorprender a nadie: esto es propio de estructuras democráticas donde todo puede tener cabida, y, como en todas las estructuras democráticas, orientaciones y proyectos pueden obedecer a la más peregrina de las decisiones. Mucho más grave resultaría, me parece a mí, eludir la moraleja que ilumina, como una estrella fugitiva, el breve relato de Ende. El protagonista, atrapado en el dilema de elegir la solución a un problema que desconoce, comprende demasiado tarde que para poder vivir con alas es imprescindible ser desobediente. Esto que, para el común de los mortales, puede tener consecuencias devastadoras, parece una obligación sine qua non para todo aquél que se plantee ser artista. Cómo conseguir la capacidad apropiada de desobediencia, no habiendo nacido en el Ampurdá, es cuestión que cada uno deberá resolver por sí mismo; aunque para los nacidos en el Ampurdá, como es el caso de Albert Boadella, la cosa es más sencilla:
"Hay siempre ciertos detalles casuales en la química por los que se encuentra la fórmula. En mi caso resulta que mi familia es de LAmpurdá y casualmente en esta zona de Cataluña a la gente le encanta llevar la contraria por sistema. Cuando una persona nacida en estas tierras ve a media docena de personas que opina lo mismo sobre un tema, por naturaleza opina lo contrario. Ésta es una reacción higiénica que en el caso de los artistas tiene su importancia pues en el mundo del arte resulta una medida casi esencial. Nosotros los artistas no estamos para hacer de pregoneros de los grandes movimientos ideológicos de la humanidad sino que estamos precisamente para convertir lo que aparentemente es blanco en negro o viceversa. Ésta es la mirada que el ciudadano busca en el artista".
Con la invitación de Cayetano a pasear por este enlace no acaban de verse con total claridad sus intenciones pedagógicas; es con la lectura del segundo texto, un trabajo de David Casacuberta, Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona, cuando empezamos a comprender la crítica constructiva que nos propone nuestro buen amigo vasco.
David Casacuberta nos invita a descubrir diferencias entre trabajos a primera vista similares, para tratar de comprender las relaciones entre política y arte en red. A partir de las propuestas desarrolladas por Josep Ramoneda y Félix de Azúa para tratar de aclarar dicha relación, Casacuberta nos señala cómo, desde su punto de vista, algunas acciones desarrolladas en la red pueden ser consideradas como arte político, y otras, en cambio, no. Y no seré yo quien polemice, en calidad de Contradictor, con todo un Profesor de Filosofía de la Autónoma barcelonesa, entendiendo además que, en principio, mi amigo Cayetano hace suyas algunas de sus propuestas, y que intentar resumir ciertas consideraciones que me han ido asaltando a partir de una rápida lectura de este texto, resultaría extremadamente precipitado y contradictorio. La idea de Casacuberta podría resumirse en esta cita:
"la forma más apropiada de entender el arte en red es como arte que reflexiona sobre la Red, un arte para el que Internet no sólo es medio de expresión, sino también el tema que se expresa. Internet es, a la vez, forma y contenido"
Si coincidimos con Ramoneda en afirmar que la política es el arte de actuar sobre los hombres en tanto que ciudadanos (actores de la polis), la posibilidad de hacerlo desde Internet sólo se confirmaría respetando su naturaleza central:
"la de ser un espacio para la creación y la discusión colectivas".
Es decir:
"más allá de transmitir mensajes políticos", de lo que se trataría sería de "diseñar espacios democráticos en los que se discute libremente sobre la naturaleza y las funciones del arte y la cultura". "La esencia de lo que es Internet repite Casacuberta: un espacio colectivo de creación y participación".
Basándose en estos principios, Cayetano nos informa de que el Weblog, en su forma actual, es una herramienta incompleta como forma de arte político. Pero, con ello, Cayetano da por hecho que todavía sea posible hacer arte político, y de que, más allá de las necesidades del individuo (que tendrá que enfrentarse solo, tarde o temprano, a algunas preguntas) es necesario fortalecer la ingente masa de individuos. Algunos hemos llegado muy tarde hasta aquí, y aquí permanecemos incapaces de entender (todavía) todas estas cosas, es decir: encerrados en una única habitación con un único juguete; la pena es que el juguete se nos haya quedado tan rápidamente antiguo. Aunque la imagen del repartidor de octavillas me resulte familiarmente entrañable (es algo que alguna vez hemos hecho a lo largo de nuestras vidas), no resulta sencillo enfrentarse con la posibilidad de que un artefacto con apenas mes y medio de vida deba enfrentarse ya con su sentencia de muerte. Pero éstas son cosas del desarrollo infernal de la informática que, como bien nos enseña Félix de Azúa, no es otra cosa que la metástasis de un proceso en su fase imperial con final desconocido. ¡Quién sabe! Como dice mi buen amigo Juanito, los caminos de la Estética son demasiado... permeables. Aunque la Estética trate de todo lo opuesto a la anestesia, igual ahora que acabo de enterarme de que ya no soy un artista puedo decir que me he quitado un buen peso de encima.
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